domingo, 24 de marzo de 2013

Terapia.

¿Es esto una simple representación?

            Todo el mundo cuando acude a una función teatral normalmente va con la idea de disfrutar de la actuación de los actores, tanto más cuanto más realista sea su representación, hasta el punto de llegar a 'vivir' la historia que allí se desarrolla.

           Igualmente una buena película es capaz de llevarnos a épocas y paisajes lejanos y de hacernos compartir las experiencias de los actores que intervienen en la misma como si fuéramos coetáneos o paisanos de aquellos.

          Pero, supongo que será fácil estar de acuerdo conmigo, todo eso no deja de ser una mentira, una gran y en ocasiones maravillosa mentira por la cual asumimos y compartimos, al menos mientras dura la representación o la película, unas experiencias que están lejos de ser nuestras propias experiencias. Durante ese lapso de tiempo nos evadimos de nuestros problemas y preocupaciones cotidianas y somos (o al menos nos sentimos)  héroes o villanos, generales o soldados, etc.... Aunque al acabar, como no podía ser de otra forma al acabar y pasar el 'efecto retardado' de este 'subidón artístico' volvemos a ser nosotros mismos con nuestras auténticas grandezas y miserias. Pero esta es nuestra vida real y así queremos vivirla.


      Algo así es, bajo mi punto de vista, el mundo del BDSM. O al menos así es para muchos de sus miembros. Durante gran parte de nuestra vida somos personas normales, con nuestros deberes y nuestras obligaciones y con todas las limitaciones y frustraciones que eso normalmente conlleva. Pero, a diferencia, del resto de personas, llegado el momento nos imbuímos de nuestros respectivos roles (Ama/o, dominante, sumiso, esclavo, etc...) y durante el tiempo que cada cual considere adecuado pasamos a 'vivir' nuestra película o a interpretar nuestra obra de teatro particular de una forma mucho más intensa y participativa que si fuéramos meros espectadores; pasamos a ser 'actores' de nuestro propios sueños, y en ellos el alto directivo de una multinacional acostumbrado a ordenar pasa a ser el fiel esclavo dispuesto a obedecer hasta la más mínima insinuación de su Ama; o, por contra, el último eslabón de una cadena de mando pasa a manejar la fusta que le legitima su más alta autoridad. En muchos casos es aquí donde el auténtico 'yo' deja en evidencia al otro'yo', a ese 'yo' teatral por el que somos conocidos en nuestra vida diaria.

En el fondo, si se analiza un poco, esta 'actividad' tiene su indudable valor terapéutico ya que permite dar salida de forma poco convencional pero, eso si, controlada, a toda esa tensión que la vida cotidiana  va  cargando sobre nuestras espaldas y que de no encontrar una vía de escape adecuada acabaría saliendo de forma más o menos descontrolada o, incluso peor, siendo somatizada por nosotros mismos.

¡¡Más BDSM y menos Prozac!!

Habrá que pedir hora al médico.......  :-)



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